Últimamente es común encontrarse con personas parcialmente bien informadas pero con escasa sustancia humana, que hablan y “piensan” a nivel superficial porque no son capaces de analizar lo esencial de aquello que perciben. Buenos profesionales en su área pero fuera de ella perdidos, sin ideas claras, ni convicciones, ni opiniones interesantes. Seres humanos triviales, ligeros y sometidos, totalmente esclavos de este sistema hartamente fracasado en donde te enseñan que triunfar en la vida es tener fama, poder, relevancia social y claro: dinero.
Es aterrador como te adiestran a mantenerte frívolo y ocupado, sin tener tiempo para concebir que el progreso material por sí mismo no colma los deseos más profundos del ser humano cualquiera sea tu tiempo, filosofía, religión o modo de pensar.
Aspiraciones tan trascendentales como la libertad, pero no cualquiera sino la genuina, la que todos llevamos dentro al aflorar.
Esa libertad que nos hace grandes. Ese albedrío interior que surge a medida que vamos descubriendo de dónde venimos. Esa libertad verdadera que depende de lo que realmente somos o queremos ser y la que nos impulsa a luchar contra la falta de esencia que imponen los tiempos modernos.
Esa libertad que nos ayuda a ser auténticos, a divisar lo sublime e de la existencia humana, a comprender las mentiras de la sociedad que nos rodea y abandonar la tendencia ingenua de esperar que todo mejore manãna.
Esa libertad que nos hace dejar de creer para comenzar a PENSAR.
PD: Seremos libres el día que leamos más libros. Pero rápido antes de que pongan una pantalla gigante en el medio de la ciudad para que la masa se entretenga con esos programas televisivos que idiotizan!
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